En
el parte de la batalla de Chacabuco, escrito en Santiago de Chile el 22 de
febrero de 1817, San Martín deja constancia que en tan sólo veinticuatro días
cruzó la cordillera de los Andes y liberó al país hermano. Fue, sin duda, una
de las empresas más difíciles y grandiosas de la historia universal. Cruzar las
enormes montañas al frente de un numeroso ejército, con más de mil caballos y
muchas mulas más por un sendero de tan sólo treinta a cincuenta centímetros, es
una proeza que solo los predestinados a ocupar sitios de honor en la historia
pueden llevar adelante. Alcanza con citar que, de los casi 1600 caballos que
llevó, sólo llegaron con vida 511. A San Martín las dificultades del camino no
lo asustaban pero sí lo preocupaban. Así se lo escribió a su amigo, el general
Guido el 14 de junio de 1816: "lo que no me deja dormir es, no la
oposición que puedan hacerme los enemigos, sino el atravesar estos inmensos
montes". También se enfrentó a la falta de agua, por eso reguló las
jornadas de acuerdo a las posibilidades de aprovisionarse del líquido elemento.
Y hubo además otras dos grandes dificultades. Una fue la falta de pasto para
caballos y mulas; esto fue subsanado llevando forraje a lomo de mula, pero el alimento
no alcanzó y se perdieron muchos animales a causa del hambre. La otra
dificultad fue la inexistencia de leña para cocinar y protegerse del duro frío
nocturno; esto también fue cargado a lomo de mula. En horas de la noche, el
frío llegaba hasta los veinte grados bajo cero. A todas estas dificultades hay
que agregar otra: los efectos de la altura, llamados "soroche". El
fenómeno es terrible, causante de una gran la fatiga y reducción al mínimo de
fuerzas. Los especialistas afirman que la adaptación a la gran altura no es
rápida sino que puede tardar varios meses, y en algunos organismos, años. San
Martín trató de aminorar las consecuencias de la puna, propinando abundante ajo
y cebolla a sus soldados, y permitiendo que los afectados viajen en mula.
miércoles, 18 de septiembre de 2013
EL DIA QUE SAN MARTIN CRUZO LOS ANDES
Para llevar
a cabo su plan, San Martín solicitó que se le concediera el cargo de gobernador
intendente de Cuyo, provincia con capital en la ciudad de Mendoza y limítrofe
con Chile, desde donde podría organizar su campaña para invadir ese país.
Debido al recelo de ciertos sectores del gobierno de las Provincias Unidas a su
figura, y a que ese nombramiento sería un modo de sacar a San Martín del
escenario político principal, fue que el director supremo Gervasio Antonio de
Posadas le concedió su petición el 11 de agosto de 1814.
San Martín llegó a Mendoza el 7 de septiembre de 1814 con la idea de organizar un pequeño y disciplinado ejército en la Provincia de Cuyo. A poco de llegado, entre el 1 y 2 de octubre de ese año, se produjo en Chile la Batalla de Rancagua, en la cual las fuerzas patriotas chilenas fueron derrotadas, y parte de sus restos cruzaron la cordillera en dirección a Mendoza, quedando Chile nuevamente en manos realistas. Ante esta situación, San Martín recibió e incorporó a su incipiente ejército cuyano - que ya contaba con alrededor de 1.000 hombres1 - los restos de tropas chilenas al mando de Andrés del Alcázar y Bernardo O'Higgins - la otra facción siguió a José Miguel Carrera decidiendo no formar parte del nuevo ejército. Al mismo tiempo San Martín incorporó a su ejército el Batallón de Auxiliares Argentinos (también llamado Auxiliares de Chile), que había retornado de su misión en Chile al mando del coronel Juan Gregorio de Las Heras por órdenes del gobierno de las Provincias Unidas después de tomar conocimiento del Tratado de Lircay.
San Martín llegó a Mendoza el 7 de septiembre de 1814 con la idea de organizar un pequeño y disciplinado ejército en la Provincia de Cuyo. A poco de llegado, entre el 1 y 2 de octubre de ese año, se produjo en Chile la Batalla de Rancagua, en la cual las fuerzas patriotas chilenas fueron derrotadas, y parte de sus restos cruzaron la cordillera en dirección a Mendoza, quedando Chile nuevamente en manos realistas. Ante esta situación, San Martín recibió e incorporó a su incipiente ejército cuyano - que ya contaba con alrededor de 1.000 hombres1 - los restos de tropas chilenas al mando de Andrés del Alcázar y Bernardo O'Higgins - la otra facción siguió a José Miguel Carrera decidiendo no formar parte del nuevo ejército. Al mismo tiempo San Martín incorporó a su ejército el Batallón de Auxiliares Argentinos (también llamado Auxiliares de Chile), que había retornado de su misión en Chile al mando del coronel Juan Gregorio de Las Heras por órdenes del gobierno de las Provincias Unidas después de tomar conocimiento del Tratado de Lircay.
San Martín nombró al jurisconsulto argentino radicado en
Chile, Dr. Hipólito de Villegas quien fuera desterrado por los hermanos
Carrera, como apoderado del Ejército de los Andes para percibir los fondos que recolectaban
con el objeto de proveer el sostenimiento de las tropas. Intentó poner
rápidamente a su ejército en condiciones de combatir, ante el temor de que los
realistas cruzaran la cordillera y atacaran.
lunes, 16 de septiembre de 2013
UN SOLO MAPA DE LA CORDILLERA
San Martín, poseía además algunos planos de la
cordillera, y uno, hecho a base de ellos, debió ser el que envió él a
Pueyrredón, y al que éste se refería en carta del 24 de enero de 1817, si es
que el término "plano" no equivale a proyecto. A lo menos para el
Paso de Uspallata pudo contar San Martín con un plano bastante discreto, como
es la Carta Esférica de la parte interior de la América meridional para
manifestar el camino que conduce desde Valparaíso a Buenos Aires, construido
por las observaciones astronómicas que hicieron en estos pasajes en 1794 Don
José de Espinosa y Don Felipe Bauzá, Oficiales de la Real Armada, en la
dirección Hidrográfica.
Es éste el único que conocemos, anterior al cruce de
los Andes por San Martín y que pudo serle de alguna utilidad. Consta
positivamente que no conocía el General en Jefe plano alguno de la cuesta de
Chacabuco, a lo menos con los detalles que creía imprescindibles, y que, antes
de la batalla de ese nombre, los ingenieros Arcos y Alvarez Condarco pasaron
los días 10 y 11 de febrero levantando un croquis de las serranías, a cuyo
efecto contaron con la protección de varias guerrillas de infantería y
caballería. Los baquianos, conocedores de toda la ruta, eran pocos, siendo uno
de ellos un tal Francisco Oros. Los más sólo conocían algunos sectores. Esto
obligó a establecer, como escribe Ornstein "un servicio escalonado de
baquianos".
mapas ahora
existentes, y aunque contara San Martín con los más avezados baquianos, no
ignoraba que unos pocos soldados enemigos, estratégicamente colocados en los
pasos más difíciles de la cordillera, podían deshacer y aniquilar al más
numeroso y poderoso ejército, y por eso, antes de emprender la marcha, realizó
una sagacísima guerra de zapa (guerrilas), persuadiendo al enemigo que
invadiría por el norte y por el sur, esto es, por Paso Guana, que sale algo al
sur de Coquimbo y La Serena, y por el Paso del Planchón, que sale en un punto
entre Curicó y Talca, y por esos lados envió algunas tropas. Sólo despistando
así al enemigo pudo llevar el grueso del ejército por el Paso de Los Patos y
enviar una fuerte división, con toda la artillería por el Paso de Uspallata. De
no haber desorientado así al enemigo, que contaba con 5.020 hombres y 30 piezas
de artillería, el ejército patrio había tenido que pasar lances muy peligrosos.
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martes, 10 de septiembre de 2013
LOS SOLDADOS DEL EJERCITO
¿Qué comían los soldados del ejército de los Andes?
La comida era un problema y San Martín encontró la solución en una comida popular típica de Cuyo el "charquicán", un alimento basado en carne secada al sol, tostada y molida, condimentada con grasa y ají picante. Prensado era fácil de transportar y se preparaba agregándole agua caliente y harina de maíz.
¿Cómo transportaban el agua?
No había dinero para comprar cantimploras y se resolvió usar cuernos de vaca para fabricar recipientes individuales para cada soldado. Se dice que alguno que otro llevaba más de un cuerno, uno con agua y otro con agua... ardiente o vino para combatir el frío.
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